miércoles, 29 de enero de 2014

CULTURA Y ARTE EN EL SIGLO XIX



Pablo García Ureña

Introducción
La cultura y el arte en el siglo XIX puede resultar un tema sumamente adecuado para complementar el temario de historia de 4º de la ESO, puesto que atendiendo a los avances científicos y a las distintas manifestaciones culturales y artísticas, estamos otorgando un sentido más completo al resto de contenidos. La realidad es que estos contenidos, reflejo en cada caso de un contexto social, político y económico concretos, se encuentran estrechamente ligados con los distintos apartados del currículo de la asignatura, aunque, como veremos, los libros de texto adoptan en ocasiones posiciones que distan de este planteamiento.

Cultura y arte en el siglo XIX, y su tratamiento en los libros de texto
Previamente a analizar el desarrollo de este tema en los libros de texto, debemos atender a qué nos dicen el Real Decreto y el Decreto autonómico al respecto. En el Real Decreto 1621/2006 (BOE 5 de enero de 2007) simplemente encontramos en el bloque 2 de los contenidos de 4º de la ESO, titulado “Bases históricas de la sociedad actual”, el siguiente epígrafe: “Arte y cultura en la época contemporánea”. Es en el decreto autonómico, en el caso de la Comunidad de Madrid el Decreto 23/2007, en el que se desarrolla algo más este tema en cuanto a contenidos, puesto que dentro del epígrafe “Arte y cultura en el siglo XIX” se incluyen referencias a la ciencia en el siglo XIX, las manifestaciones culturales y la influencia de la prensa, y los movimientos artísticos.
En todo caso, veremos cómo los libros de texto interpretan y desarrollan los contenidos que podrían ser incluidos en este tema de un modo particular. Los libros analizados han sido los de la editorial Vicens Vives (García Sebastián, 2004) y Santillana (Grence Ruíz, 2012).
En ambos, los contenidos relacionados con el arte y la cultura del siglo XIX se van a distribuir por distintos capítulos del libro, siempre dentro de un apartado final escaso en extensión. En lo que difieren Vicens Vives y Santillana es en lo que entienden que debe estar incluido dentro de este tema, aunque se encuentre desperdigado por el resto de temas del libro. Vicens Vives sólo va a atender a los movimientos artísticos, de un modo muy escueto y sin atender a todos los que son considerados como fundamentales. Santillana en cambio mostrará una mayor diversidad de contenidos al referirse además de a las artes plásticas, a otras expresiones culturales como la literatura o la música, tratando de conectar en algún caso con los contenidos de historia del resto del libro.
Vicens Vives, como se había indicado anteriormente, sólo dedica algo de espacio a los movimientos artísticos, de los cuales va a tratar el romanticismo y el realismo al final del tema 6, Liberalismo y nacionalismo; y el arte en el cambio de siglo en el tema 10, La época del imperialismo.
Al Romanticismo le dedica Vicens Vives media página, siendo como no puede ser de otra manera, muy simplificador. Las características enumeradas sólo son aplicables a la pintura, y faltan ejemplos que las ilustren. Este movimiento es definido “por el amo a la libertad, la exaltación del individuo, la defensa de los sentimiento y el gusto por la naturaleza y por sus culturas populares”. En ese punto habría que precisar lo que implica de ruptura frente al arte clásico y sus valores eternos y absolutos (idea de belleza, canon) con la entrada de la subjetividad y de nuevas categorías estéticas. Se citan artistas como Gericault, Delacroix o Friedrich, pero faltan obras que los representen y otros artistas igual de relevantes.
En cuanto al Realismo, Vicens Vives sitúa su inicio a mediados del XIX y lo define en oposición al Romanticismo: “los artistas realistas se interesaron, frente al idealismo de los románticos, por conocer la realidad concreta de su época y describirla (…) la gran diferencia residía en los temas que trataba: la representación de la vida cotidiana, los problemas sociales de la industrialización…”. Se citan artistas como Millet y Courbet, pero de este último no hay ejemplo. El problema es que se dejan fuera artistas como Daumier o Corot, y se puede plantear el interrogante de si sólo podemos hablar de realismo en Francia. En realidad, se podría recurrir a artistas de distintas procedencia para ilustrar temas como la guerra civil americana y el esclavismo (W. Homer, T. Eakins) o la hambruna de finales de los 40 en Inglaterra (G. F. Watts), por citar algunos ejemplos.
Respecto al arte en el cambio de siglo, Vicens Vives dedica media página para el modernismo, otra media para la arquitectura funcional, y una para lo que denomina como “quiebra del arte figurativo”. El modernismo va a ser fechado a partir de 1890, siendo descrito como una explosión de libertad en la que predomina el dominio de la línea curva, la inspiración en las formas de la naturaleza y la ornamentación abundante. En este punto habría que incidir en la importancia de materiales como el hierro, que si bien se utilizó con anterioridad, con el modernismo no se oculta y adquiere una intención expresiva, aunando forma y función y anticipando en cierto sentido algunas de las características del movimiento moderno arquitectónico. En el apartado dedicado a la arquitectura funcional sí que se citan los nuevos materiales (hierro, hormigón, acero…) en relación a la idea de funcionalidad, incluyendo una fotografía de un edificio de Sullivan y otra de la Torre Eiffel. En cuanto a la quiebra del arte figurativo, en una página se pretende explicar el impresionismo, el postimpresionismo, la abstracción, el fauvismo, el cubismo y el futurismo. Evidentemente es una tarea imposible, y se reduce a una lista de movimientos y artistas.
Santillana va a prestar una mayor atención a los contenidos que pueden ser incluidos dentro de este tema. Si bien van a dominar también los apartados dedicados a los movimientos artísticos, como continuación de estos también encontramos referencias a la literatura y la música. La prensa será tratada en Santillana a partir de ejercicios sobre la publicidad o las caricaturas políticas, como veremos a continuación. En el tema 1, “El siglo XVIII”, se incluye un apartado final para tratar el Rococó y el Neoclasicismo; en el tema 2, “Las revoluciones políticas”, encontramos otro apartado en el que se analiza la relación entre arte y política; en el tema 3, “Las revoluciones políticas”, se trata el arte en la época de las revoluciones; en el tema 4, “La época del imperialismo”, hay un apartado para la belle époque (lo que en Vicens Vives era el arte en el cambio de siglo); y en el tema 5, “España en el siglo XIX”, se menciona a Goya como precursor de la pintura.
El primer movimiento artístico que aparece en Santillana es el Neoclasicismo, del que Vicens Vives prescindía. Se le va a dedicar media página a características generales y una para el análisis de una escultura de Thorwaldsen. Se sitúa entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX, siendo definido por su inspiración en los modelos de la Antigüedad clásica, su equilibrio y su serenidad. Atiende tanto a la pintura como a la escultura y la arquitectura, aunque dedicando a penas dos líneas a cada disciplina. Se citan a los artistas más representativos (David, Ingres, Canova, Thordvaldsen) pero sin incluir ejemplos de todos ellos. Como actividad se propone buscar información sobre el cuadro La matanza de Quíos de Delacroix.
Para el Romanticismo, Santillana dedica media página para características y una página para La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Se presenta como un movimiento que “surgió a finales del siglo XVIII en Gran Bretaña”, lo cual podríamos complementar puntualizando que realmente el triunfo social del Romanticismo hay que situarlo en torno a 1830. Se define en oposición al racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo, pero también deberíamos precisar que son dos movimientos que conviven en el tiempo, y que podemos hablar de pintores de formación neoclásica que muestran un cambio de sensibilidad que anticipa aspectos del Romanticismo. Las características dadas son similares a las de Vicens Vives: individualismo, subjetividad, expresión de los sentimientos… Y del mismo modo, escasean imágenes (y quizás la referencia a otros artistas), puesto que sólo se incluye una de Friedrich. La arquitectura va a ser definida por la “recuperación del pasado medieval, sobre todo gótico”, cuando buena parte de la arquitectura sigue siendo neoclásica.
Debemos destacar dentro de este apartado dedicado al Romanticismo el que se nombre escritores como Lord Byron, Walter Scott y Víctor Hugo, así como músicos como Beethoven, Brahms, Schubert y Chopin. El defecto es que se deberían proporcionar ejemplos significativos. También es positivo que en el capítulo 5 se incluya un artículo de Larra para ser analizado por el alumno (biografía, contexto sociopolítico).
Respecto al Realismo, Santillana le dedica media página y lo presenta en oposición al Romanticismo como veíamos en Vicens Vives, con las mismas características. La escultura va a ser tratada diciendo que “predominaron los retratos y las representaciones de las clases trabajadoras”, algo que no se ajusta a la realidad, es complicado encontrar ejemplos escultóricos de este tipo.
Destaca dentro de este apartado dedicado al Realismo las referencias a la literatura y la novela, se mencionan: Balzac, Flauvert, Stendhal, Galdós, Clarín, Pardo Bazán, Dickens, Tolstoi y Dostoievski. En el capítulo 3, se incluye un fragmento del Oliver Twist de Dickens para ser analizado por el alumno, y en el capítulo 5 otro de La Regenta de Clarín, para ser relacionados con su contexto.
La belle époque tratada por Santillana es muy similar a lo que Vicens Vives hace con el arte en el cambio de siglo: una sucesión de movimientos y artistas imposible de resumir en una página. Se inicia diciendo que “en el último tercio del siglo XIX comenzaron una serie de movimientos que rompieron con la pintura figurativa”. Más que eso, tendríamos que hablar de que hay una subversión de los valores académicos (que se había iniciado con anterioridad): los géneros pictóricos (el tema importa cada vez menos), los medios de expresión (el academicismo primaba el dibujo y la composición, ahora toma protagonismo el color y la pincelada), se va perdiendo la perspectiva clásica… En este apartado sería conveniente cortar con el fin de siglo y no tratar de dar también las primeras vanguardias. En cuanto la arquitectura, Santillana le dedica un cuarto de página a la arquitectura del hierro (art nouveau, rascacielos).
Santillana le va a dedicar a Goya una página, para remarcar su importancia como reflejo de la historia de su tiempo y su influencia sobre movimientos posteriores. El problema es que se dan definiciones un tanto problemáticas. Es definido como el gran genio de la época neoclásica española, cuando en su producción podemos encontrar, según el periodo, elementos tanto románticos como neoclásicos o rococó. Por otra parte, se dice que tiene un uso del color casi impresionista, cuando semejante calificativo no es el más adecuado para describir su pintura. Más útil en este apartado es que se proponga como actividad de investigación la elaboración de un mural presentando las principales etapas del pintor y las obras más características.
La influencia de la prensa, mencionada en el decreto autonómico, es tratada en Santillana en dos apartados. En uno, analizando la publicidad como fuente histórica, vinculando su desarrollo al crecimiento de los medios de comunicación de masas y proponiendo el análisis de varios ejemplos. En otro, interpretando caricaturas políticas, poniendo como ejemplo varias referidas a la Revolución Francesa. Habría que insistir en que a lo largo del siglo XIX se pasa de un medio de comunicación de minorías ilustradas a uno de comunicación de masas.

Propuestas de complemento
Una de las ausencias más notables de ambos libros de texto es la de la ciencia del siglo XIX. Es cierto que se dedica cierto espacio al desarrollo de la industria, las nuevas energías (electricidad, petróleo) o los avances técnicos (transporte, comunicaciones), pero sería necesario complementar con información referente a: Lamarck y Darwin (Sobre el origen de las especies, 1859); los primeros trabajos en genética (Gregor Mendel, 1866); avances médicos como el desarrollo de la asepsia (J. Lister, esterilización del instrumental médico), la anestesia (éter) y la cirugía; la teoría microbiana de la enfermedad que desplaza a explicaciones anteriores como el desequilibrio de los humores o la teoría miasmática (Semmelweis, John Snow, Louis Pasteaur); los avances en el conocimiento de la electricidad y el magnetismo y su vinculación (campos electromagnéticos, J. C. Maxwell, 1861); Ramón y Cajal y la identificación de la neurona como unidad celular del sistema nervioso; o el desarrollo del positivismo y la aparición de nuevas ciencias como la sociología (A. Comte).
También sería interesante dedicar un apartado a la fotografía, que desde 1839 supone una revolución, no sólo por el invento en sí y los avances en óptica o química que implica, sino también por el impacto que tiene en la sociedad (en cierto sentido democratiza el retrato, y cambia la relación del individuo con su imagen) y en el mundo del arte (influencia recíproca).
Dentro de los distintos apartados dedicados a las artes plásticas, se podría llamar la atención sobre el hecho de que todos los artistas citados sean hombres, para mencionar las dificultades o trabas que se encontraban las mujeres en su formación (dificultad para entrar en la Academia, vetados los grandes géneros, sin acceso a las clases de anatomía).

Conclusiones
La simplificación es excesiva ante estos temas, sobre todo en el caso de Vicens Vives. En ambos además, hay un marcado carácter eurocéntrico. Evidentemente estamos ante un curso de Historia, por lo que tampoco podríamos profundizar mucho más, pero sí que se podría dar un enfoque diferente, en el que hubiera una mayor relación entre contenidos. Al contrario, encontramos por ejemplo en Vicens Vives imágenes ilustrando los inicios de los capítulos sin titulo alguno, siendo ejemplos representativos del arte del XIX. En ese sentido, es necesario un esfuerzo por parte de editoriales y profesores en integrar arte y cultura con los temas de historia, puesto que son parte de la misma y pueden resultar muy atractivos y útiles para los alumnos. En ese sentido sí destacaría de Santillana las actividades propuestas para los alumnos sobre fragmentos de obras literarias significativas para vincularlas con un contexto histórico concreto.
Otra de las cuestiones sobre las que se ha insistido a lo largo de este comentario es que no tiene mucho sentido que los apartados destinados a la cultura y el arte del siglo XIX se conviertan en un listado de nombres. Se hace necesario el empleo de un blog u otro recurso similar para mostrar imágenes variadas y de calidad, una de las carencias de ambos libros.
             
Bibliografía
-García Sebastián, M. (2004), Limes 4 Ciencias Sociales, Historia, Barcelona: Vicens Vives.
-Grence Ruíz, T. (2012), Historia 4 ESO, Madrid: Santillana.
-Rosenblum, R. y Janson, H. W. (1992), El arte del siglo XIX, Madrid: Akal.
-Eisenman, S. F. (2001), Historia crítica del arte del siglo XIX, Madrid: Akal.

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